NIESIOLOWSKA, KATIA
Datos técnicos
Es posible afirmar, sin temor a equivocarnos, que las casas son la medida del hombre, y en tal sentido, una apuesta por la vida. No se levanta una casa para que no perdure, como tampoco se construye para que riña con sus habitantes. Las casas están destinadas a ser prueba de la coherencia humana. Y ha sido así siempre, desde los primeros refugios en la alborada humana hasta los modos de habitar actuales, pasando por la austeridad o el delirio de algunas épocas y estilos en relación con el espacio.
Las casas de Guatemala, de las cuales este libro ofrece una selecta muestra, no son una excepción a las consideraciones señaladas. La gracia que ellas tienen para entrelazar con perdurabilidad los modos de habitar heredados de sus ricos ancestros, la armonización que logran entre una geografía privilegiada y una conducta telúrica hasta hoy impredecible, la pasión que exhiben por el contraste de luz y sombra así como por el verde natural con que se circunda cada espacio, la intuición natural que se evidencia en la acertada selección de materiales, nos confirman –si cabía la duda– que el hábitat refleja al individuo.
Y adentrándonos en las casas, el repertorio decorativo apunta de nuevo al sentido de la vida que allí se desenvuelve. Herencias y huellas, presencia e imaginación en ámbitos de afecto e intimidad, de continuidad y reencuentros.
Cuántas veces una casa es, en realidad, una inversion afectiva, parecen demostrarlo las casas guatemaltecas. Casas, urbanas o campestres, que exhalan un deseo de vivir recuperando, jardines que reivindican el derecho al reposo, espacios que incitan a la lectura y al sosiego, viviendas dimensionadas humanamente, donde la familia podrá siempre encontrar refugio al final del día, de la jornada, del período laboral.
Asomados ya al nuevo milenio, estas casas guatemaltecas parecen demostrar con contundencia que la casa, como alternativa de vivienda, sigue siendo una solución válida, así el masificado mundo actual en que vivimos tienda con frecuencia a soslayarlo.
Terminado el recorrido de estas casas, nos queda la certeza de que, más allá de la teoría y del análisis, gracias a su poder de evocación y a su misteriosa manera de convidarnos a sentirla, una Casa Guatemalteca es irrepetible e incopiable.
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