Octavio Mestre
Datos técnicos
Dicen que somos lo que comemos, pero fundamentalmente, somos lo que otros pensaron antes que nosotros y nosotros elegimos hacerlo propio o no… Sin saber qué hicieron quienes nos precedieron, difícilmente encontraremos nuestro sitio o serviremos de guía a quienes nos sucederán. De ahí el siempre renovado interés de revisitar a los maestros… Y, para eso, nada como el viaje, el contacto directo con sus obras. Porque las obras nos hablan… basta con saber escuchar, aunque fuera haya mucho ruido. Porque esas visitas serán la guía para cuando nosotros, a su vez, nos enfrentemos a la ardua y apasionante tarea de proyectar y construir el mundo. “Las piedras nos devuelven el cariño que les pones”, decía Coderch.
El siglo XX supuso una ruptura con los precedentes, por más que, como arquitectos, siempre estemos respondiendo a las mismas preguntas. Escribe que algo queda… Las palabras (y los tweets y los posts) se los lleva el viento y otras noticias de actualidad, en las que lo urgente pasa, a menudo, por encima de lo importante. Este libro pretende compartir cosas importantes. ¿Por qué un libro está por encima de tantas otras cosas? Para ayudarnos a ser algo más que una cosa… Leer es el viaje del pobre, solo que leer nos permite viajar a tiempos que ya no existen.
Octavio Mestre entiende el ejército de la profesión como un taburete de tres patas en el que construcción, docencia-investigación y edición-comunicación se entremezclan, creando sinergias entre ellas… Sus 150 obras en varios países (y muchos más estudios o concursos perdidos), una veintena de libros publicados, numerosos artículos y participaciones en workshops y congresos, la revista digital t18 —de la que salen buena parte de estos textos— y varios miles de alumnos, en una docena de países a ambos lados del Atlántico, dan cuenta de ello. Todo ello abordado con el espíritu del que siempre está empezando y entendiendo que todo nuevo libro, todo viaje, todo edificio son siempre el primer libro, viaje o edificio. Según sus propias palabras, es “consciente de que, tras 35 años de ejercicio profesional, queda menos de lo ya vivido, y uno debe de seleccionar muy bien lo que le queda por decir, hacer solo las obras que le permitan explicar cuanto se quiere, dentro de un recorrido que uno aspira a que sea coherente, bueno y si no, al menos, digno...”.
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