Fabián Maero / Paula José Quintero
Datos técnicos
La depresión es un problema de salud serio. No sólo puede ser devastadora para la persona que la padece y su entorno social más cercano, sino que también es un problema para la sociedad en la cual sucede: el trastorno depresivo mayor ocupa el tercer lugar en Latinoamérica y el onceavo a nivel mundial en términos de impacto sobre la sociedad (Murray et al., 2012), con los costos económicos y sociales que esto implica (gastos en salud, horas de trabajo perdidas, enfermedades físicas asociadas, entre otros).
Además del impacto social y económico, la depresión probablemente sea el fenómeno que más frecuentemente se observa en la clínica psicológica, ya sea como diagnóstico completo o como presentación subclínica (es decir, personas con sintomatología depresiva pero que no cumplen con todos los criterios diagnósticos). En la clínica, los síntomas depresivos son el pan nuestro de cada día, presentándose de manera aislada o bien “acompañando” a otros trastornos (frecuentemente trastornos de ansiedad, véase Brown, Campbell, Lehman, Grisham, & Mancill, 2001; Kessler et al., 1998). Es por esto que Seligman (1975) escribió: “la depresión es el resfriado de la psicología y ha tocado las vidas de todos nosotros”.
Afortunadamente, no hay escasez de tratamientos para depresión. La división 12 de la American Psychological Association, que enumera los tratamientos con soporte empírico para distintos diagnósticos, lista 6 tratamientos psicológicos con soporte empírico fuerte y 7 con soporte empírico moderado, y eso sin contar los abordajes farmacológicos(Strunk, 2015). Ante esta pluralidad de opciones se impone la pregunta: ¿qué tratamiento elegir?
Ahora bien, al hablar de depresión la eficacia de un tratamiento es sólo un aspecto de la cuestión. Si estamos hablando del “resfriado” de la psicopatología, necesitamos el equivalente a la “aspirina” de la psicopatología: un tratamiento de primera línea que, además de eficaz, sea fácil de aprender y fácil de aplicar, que pueda ser utilizado en situaciones en las cuales aplicar tratamientos más complejos y costosos no sea una posibilidad. En contextos como Latinoamérica y países en vías de desarrollo, en donde los recursos en salud suelen ser escasos, esto se vuelve imperativo.
Es justamente en esos contextos en donde activación conductual resulta una herramienta en extremo valiosa. No sólo porque tiene una eficacia similar a la de otros tratamientos más complejos para depresión (Dimidjian et al., 2006; N. Jacobson & Dobson, 1996), sino que se trata de un modelo sencillo de aprender y de implementar. Dado que es un modelo que incluye pocos elementos centrales la formación de terapeutas se simplifica enormemente. Nuestros talleres de entrenamiento, por ejemplo, suelen durar entre 5 y 7 horas, tiempo que alcanza para formar tanto terapeutas experimentados como principiantes, terapeutas familiarizados con modelos conductuales o terapeutas provenientes de otras tradiciones psicoterapéuticas.
Un protocolo de activación conductual puede, con mínimas adaptaciones, aplicarse tanto en psicoterapia individual como en formatos grupales, en sesiones extensas o en sesiones breves, e incluso como intervención paralela a otros tipos de tratamiento: un consultante puede recibir terapia cognitiva en formato individual y asistir a la vez a un grupo de activación conductual. Finalmente, como los protocolos de activación conductual son relativamente breves, pueden utilizarse como una primera etapa de intervención y referir a los consultantes que no mejoren a tratamientos más adecuados a su caso en particular.
Podemos echar un vistazo a la historia y observar que algo similar pasó con la medicina: en los ámbitos hospitalarios las infecciones se redujeron dramáticamente no con el uso de antibióticos costosos, sino cuando en el siglo XIX los cirujanos comenzaron a desinfectarse las manos antes de operar. Ese procedimiento no elimina todas las infecciones pero sí la mayoría de ellas, y se trata de un procedimiento barato y fácil de implementar. Activación conductual está en una posición similar con respecto a la depresión: un procedimiento eficaz y accesible. Por esto, no estamos proponiendo a activación conductual como una panacea, sino como la mejor intervención de primera línea para depresión.
Las ideas básicas detrás de activación conductual han sido usadas como tratamiento psicológico desde la década del 70 basándose en principios de análisis y modificación de la conducta. Hoy existen varios formatos de activación conductual que comparten principios similares. En este libro ofreceremos el formato de tratamiento de BATD (por las siglas en inglés de Tratamiento de Activación Conductual para Depresión). Se trata de un protocolo de activación conductual de diez sesiones que ha sido testeado en ámbitos diversos y es el formato de activación conductual más accesible y fácil de transmitir.
Hemos estado entrenando terapeutas en este modelo durante varios años y creemos que no sólo se trata de un modelo útil, sino imprescindible en Latinoamérica y en países en desarrollo en todo el mundo. Este libro es un intento de poner estas herramientas en manos de las personas que mejor uso les pueden dar.
Hemos tratado de mantener el lenguaje técnico al mínimo, y de facilitar el uso clínico del libro tanto como sea posible. Dado que activación conductual se basa en principios de análisis de la conducta, dedicaremos la primera parte del libro a revisar las bases teóricas y empíricas de BATD. La segunda parte del libro contiene una descripción detallada de los procedimientos involucrados en cada sesión siguiendo el manual BATD revisado (Carl W. Lejuez, Hopko, Acierno, Daughters, & Pagoto, 2011). En la tercera parte del libro revisaremos dificultades frecuentes, aplicaciones especiales de BATD y su integración con otros modelos de trabajo. En el Apéndice se pueden encontrar copias de todos los formularios necesarios (que también pueden descargarse desde nuestra página web: www.batd.com.ar), y además hemos incluido guiones en estilo coloquial para trabajar con los consultantes cada uno de los procesos de BATD.
Primera parte
Bases conceptuales y empíricas de BATD
¡Qué es BATD?
Historia de los abordajes conductuales para depresión
Abordajes contemporáneos de activación conductual
Similitudes entre BA y BATD
La causa y mantenimiento de la depresión según BATD
BATD en la clínica
Principios básicos del tratamiento
Refuerzo y castigo
Moldeamiento
Atenuación
Soporte empírico para BATD
Segunda parte
El protocolo BATD
Acerca del protocolo
Componentes del protocolo
Estructura de las sesiones
Ritmo de las sesiones
Consideraciones Generales
Evaluación del consultante
Alianza terapéutica
El terapeuta BATD
Cómo usar este libro
Tercera parte
Dificultades frecuentes y causas especiales
Dificultades frecuentes durante el tratamiento
Dificultades relativas a la realización de las tareas
Dificultades relativas al uso del tiempo en sesión
Dificultades relativas a las causas de la depresión que se da en el consultante
Personalización y Adaptación del tratamiento
Ideación Suicida y Rumiación: dos posibles obstáculos
¿Qué ocurre si BATD no es suficiente?
Integración de BATD con otros Modelos de Psicoterapia
Aplicaciones de BATD con otras poblaciones
Aplicaciones de BATD en otros formatos
Apéndice A
Guiones
Apéndice B
Formularios
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