A. Guerra, E. González-Guerra
Datos técnicos
Aurora Guerra
Profesora Titular de Dermatología de la Universidad Complutense. Madrid Jefa de Sección de Dermatología del Hospital Universitario 12 de octubre.
Y éste es el reto: un libro sobre el acné diferente, práctico, variado, lleno de datos científicos basados en la evidencia, pero a la vez ameno y novedoso.
¿Acaso es posible?
Indudablemente sí. El acné es todavía un objeto inexcusable de atención, tanto por su frecuencia como por la importante repercusión psicológica que produce en todos aquellos que lo padecen o lo padecieron.
Sólo hay que mirar alrededor, observar las caras de muchos hombres y mujeres que pasan de la cincuentena y que sufrieron la enfermedad en su adolescencia, para reconocer las cicatrices de la cara y del cuerpo, y suponer las que quedaron permanentes en el alma.
También podemos reconocer esta huella en personajes históricos. El mismo Tutankamón, faraón egipcio de la XVIII dinastía del Imperio Nuevo (1339-1329 a. C.) padeció acné a juzgar por las marcas dejadas en su cara (Fig. 1) y visibles aún en su momia, así como por los medicamentos que le acompañaban en su tumba1.
Jorge Manrique (1440-1479) poeta español del Prerrenacimiento, autor de las Coplas a la muerte de su padre, uno de los clásicos de la literatura española de todos los tiempos, muestra en las imágenes de su rostro que circulan por internet, cicatrices deprimidas agrupadas en ambas mejillas probablemente causadas por el acné (Fig. 2).
El Diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina dice que el vocablo acné es palabra aguda, acentuada en la “e”. Sin embargo, las informaciones acerca del origen etimológico del vocablo son dispares según las fuentes consultadas. En mi opinión, ésta es la que resulta más documentada2: La palabra acné procede del griego akmé´. Setrata probablemente de una falsa lectura del acusativo plural (akmás) del término akmé por aknás.
A su vez la palabra akmé desciende de una raíz indoeuropea “ak-” que significa extremo, punta, lo mas sobresaliente, y que forma en griego términos como akantha que quiere decir espina (y que nos recuerda el término vulgar espinilla como lesión típica de acné), akron que significa monte, y el adjetivo akoós, akeá, akrón que se traduce por alto, elevado, destacado3.
La primera ocasión en la que se usa significando erupción en la cara, como algo que sobresale, que se hace aparente, es en la obra De Medicina ex Graecis Logicae Sectae Auctoribus Liber Translatus del autor médico romano del siglo V d.C llamado Cassius Felix4. Más adelante un médico y escritor bizantino del VI d.C., Aecio de Amida (Aëtius Amidenus) en el libro ocho de su enciclopedia médica titulada Dieciséis libros médicos o Tetrabiblión (?????? ??????á), aparece escrita por primera vez la palabra acné (?´???´, ?´???´). Probablemente una mala lectura (aknás en lugar de akme¨) llevó a denominar finalmente al proceso acné, en lugar de acmé.
Aunque desde el punto de vista etimológico es palabra femenina, antiguamente llevaba antepuestos los artículos masculinos el y un por ser acné palabra que comenzaba por a tónica. Pese a imponerse la acentuación aguda acné, se mantuvo el uso de dichos artículos, con lo que en la práctica ha pasado a usarse de forma mayoritaria con género masculino. No es raro sin embargo el uso de acné con artículo masculino y adjetivo femenino como por ejemplo, “el acné conglobata”.
Hemos comenzado por el nombre, y ahora deberemos continuar: describir su concepto y relaciones nosológicas, analizar cada uno de los factores que influyen en su aparición, desmenuzar una a una las lesiones que lo conforman, y una vez conocido, aprender a eliminarlo con un tratamiento eficaz. Conocer al enemigo para vencerle. Todo en este libro.
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