Szpilka, Jaime
Datos técnicos
El ateísmo respecto al inconsciente del perverso, podría asimilarse a una caricatura hipernaturalista de una razón sin fe, donde la interdicción de goce no queda articulada con la primera significación paterna: ésta es tu madre. Parafraseando a Freud, cuando se refiere a los Primeros analíticos de Aristóteles, conlleva la no asunción de la primordial "proton pseudos", primera mentira paterna, que paradójicamente conduce a una confusión de la razón con la verdad, a una razón totalitaria. Toda razón totalitaria es perversa, en tanto no reconoce la fe en la mentira que la sustenta, y por lo tanto presume salvar la identidad: por lo cual una mujer sería solamente una mujer y no una madre, un objeto de goce sería solamente un objeto de goce y no un sujeto deseante, etc. Si la razón no fuera objeto de fe, y por ende de una creencia, estaríamos sujetos otra vez a una supuesta razón natural, que sería la justa razón hegemónica, en la que no cabría ninguna creencia, porque tampoco cabría ninguna duda, como si emanara de la tautología divina donde Yaveh afirma "soy el que soy", y por ende coincidiría con la verdad. Desde la fe en la razón, desde la creencia, ninguna verdad humana en cambio podría establecerse sin estar desencadenada por el andamiaje de una mentira fundante.
Para la posición psicoanalítica, el "Homo moralis" sujeto a la paradoja ético-lógica del bien en el mal y del mal en el bien, instituyendo a la nada por la interdicción del goce fálico con lo real de la madre por mor de la palabra paterna como prohibición, no debe dejar de ser previo a cualquier consideración sobre el "Homo sapiens".
Cualquier otra posición frente a la angustia y a la razón, llevaría a una cierta confusión contemporánea, donde se humaniza en exceso a lo animal y se animaliza en exceso a la humano. Lo cual es tanto una mala noticia para el animal, que perdería su racionalidad de preservación natural, como para el sujeto humano, que perdería su condición deseante.
Porque no hay ninguna verdad previa que la razón ahoga o asfixia, sino que l apropia razón crea la sinrazón y el sinsentido, como lugar donde el nacimiento del deseo añóra una imposible verdad y una imposible identidad perdidas, aunque nunca tenidas.
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