CARLOS J. ESCARS
Datos técnicos
Se sabe que la interpretación constituye una herramienta clave en el transcurso de un psicoanálisis. Pero esto no hace del analista necesariamente un intérprete. En música, o en teatro, se evalúa la performance de un intérprete ponderando su fidelidad -o su traición- al texto original, al espíritu de la obra o del autor. También se elogia su virtuosismo en el manejo del instrumento por medio del cual esa interpretación se lleva a cabo. Incluso se pueden valorar los agregados que, de su propia cosecha, el intérprete añade al original, sin que eso caiga necesariamente del lado de la traición: en ocasiones paradojalmente se considera que hace brillar más la fidelidad. ¿Qué de todo esto es pertinente al pensar la producción de interpretaciones en un análisis? ¿A qué debe fidelidad una interpretación? ¿A un texto, a un autor? ¿Se trata de "leer" un texto a pie juntillas, o supone algo de invención? ¿Cuál sería, en todo caso, el virtuosismo de un analista, su eficacia? ¿En qué lógica basa su acción? ¿Qué otros modos de intervención le competen en un análisis? Y, por otra parte, ¿cuáles son las herramientas conceptuales que nos permiten teorizar todo esto? Por algunas de estas cuerdas transita el presente libro.
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