Varios
Datos técnicos
La sociedad de la vigilancia produce sus criminales. Ejercida otrora en ámbitos cerrados o bajo el régimen de poderes totalitarios, la vigilancia se extiende en nuestro siglo a muchas de las expresiones cotidianas de lo humano: controles de velocidad, de alcoholemia, pasaportes biométricos, registros de audio y vídeo en lugares públicos («para su seguridad», se nos dice), conexión de ficheros interdepartamentales o métodos evaluativos de la productividad, la motivación o el riesgo de enfermedad. El modelo de civilización cambia y el derecho a la seguridad hace pasar a lo social la defensa paranoica y la sospecha hacia el prójimo. En la sociedad de la vigilancia todos somos criminales en potencia. Nos encontramos ante la extensión del sistema de control penitenciario al control generalizado de lo humano, de todo lo que hace impredecible el vínculo social. El modelo de civilización al que nos exponemos sigue la pendiente de un panóptico generalizado para el que el desarrollo de las tecnologías en red ofrece un campo abonado. ¿Existe hoy algún país de Europa que pueda declararse excepción a esta sociedad del control y la vigilancia?
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