Juan Antonio Vilar Sánchez
Datos técnicos
La Acequia del Rey fue el cordón umbilical que nutrió de vida durante siete siglos a la fortaleza de la Alhambra, a sus huertas y a sus jardines. Su fluido consiguió transformar tórridas y desiertas colinas en frondosos bosques y exuberantes vergeles, recreando una suerte de oasis o paraíso acuático a una altura que siempre sorprendió a sus visitantes. Su agua, a veces saltarina y risueña, a veces retenida en estanques, albercas o aljibes, sublimó los refinados palacios alhambreños y embelesó los sentidos, aportando frescor, aromas, música y reflejos que, cual suerte de fatas morganas, magnificaron el alcázar. Pero aún más, esta acequia, en su tramo final, regaba a multitud de cármenes, miradores aventajados sobre la Vega y la Sierra Nevada, suspendidos en las zonas más altas de las colinas de Asabica, del Ahabul y del Mauror. Antes de que la especulación y la desidia acaben definitivamente con su recuerdo, este libro pretende, con la mayor rigurosidad científica, dejar constancia histórica del que fue su trazado, de sus instituciones, ordenanzas, servidores y beneficiarios, abriendo paso a otros trabajos que acaben por recuperar la memoria de su pasado esplendor.
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