Pilar Rivas Vallejo
Datos técnicos
La delgada y vulnerable línea de la salud mental, tan dudosa y tan amenazada en nuestra civilización moderna, queda especialmente expuesta al riesgo en situaciones límite, pero también en contextos singularmente propicios para ponerla en peligro. Precisamente el trabajo es uno de estos paradigmáticos contextos de exposición, como resultado de la conjunción de una multitud de factores, entre los que se encuentra el gran número de horas que el individuo dedica durante su vida a trabajar. El ser humano se resiste a «la locura», como Memnon, pero con demasiada frecuencia las condiciones de trabajo juegan en contra de tan comprensible propósito, aun sin riesgo de traspasar el límite de la alienación mental. La disciplina de la prevención de los riesgos laborales debe hacer frente a este peligro, superando la era de los riesgos más visibles y tangibles, aquellos que amenazan la salud física.
La legislación laboral dedica una atención preferente a la prevención de aquellos riesgos de carácter perceptiblemente físico, en los que el riesgo que entraña el trabajo casi se puede «tocar», y para todos resultan perfectamente imaginables las consecuencias que, de alcanzar a la esfera personal del trabajador, pueden desencadenar en su salud, ya se trate de ataques de carácter violento que respondan al concepto común de «accidente» o ya sea en forma de incidencia lenta y progresiva en forma de enfermedad. Pero los que no pueden advertirse a priori como potenciales riesgos si no es en interacción con otros factores, y cuyo carácter no radica en la propia entidad de la sustancia, agente, procedimiento de trabajo, o condiciones físicas en las que éste se desarrolla, y susceptibles de graduación en unidades de medición, sino en su interacción con factores psicológicos, han venido ocupando en la legislación laboral, y en particular en la de contenido preventivo, un papel muy secundario hasta el siglo XXI
2024 © Vuestros Libros Siglo XXI | Desarrollo Web Factor Ideas